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Andrés Felipe Rodríguez Cantillo: "La cooperación es la columna vertebral de la implementación efectiva de la justicia restaurativa"

03 / 10 / 2025

El alumni de la Maestría en Cooperación Internacional al Desarrollo de UNIR cuenta cómo decidió emprender creando su propia empresa, Dialoga 360, a raíz de su TFM. De la formación destaca su carácter oficial, los contenidos actualizados y holísticos, y una flexibilidad compatible con su horario laboral.

Pregunta: ¿Por qué elegiste UNIR en Colombia?

Respuesta: Revisé múltiples posgrados y universidades con oferta virtual y concluí que el Máster en Cooperación Internacional al Desarrollo: Dirección y Gestión de Proyectos de UNIR agrupaba tres ventajas: contenidos actualizados y holísticos, convalidable en el Ministerio de Educación Nacional (MEN), y una flexibilidad de estudio sincrónico y asincrónico compatible con mi horario laboral. Todo ello a un costo accesible. Y esto último es más importante de lo que a primera vista notamos. Pues, desde una óptica micro es ahorro de dinero para el individuo, pero desde una perspectiva macro es fomentar el desarrollo humano en comunidades con menos oportunidades. Facilitar el acceso al conocimiento especializado de unos pocos privilegiados, económica y geográficamente, a muchas comunidades mediante la virtualidad son pasos hacia la democratización del conocimiento especializado.

En retrospectiva, al principio creí elegir a UNIR por un análisis costo-beneficio, pero tal vez haya más razones de fondo como la justicia social. Para mí, esta es una de las formas de cooperación primigenia: ampliar el acceso al saber.

Maestría en Cooperación Internacional al Desarrollo: Gestión y Dirección de Proyectos

P: ¿Cuál ha sido tu experiencia como estudiante y qué destacarías de tu paso por la universidad y de la formación que has recibido?

R: La experiencia para mí fue un catalizador. El máster me dio un robusto marco teórico en Acción Humanitaria, Construcción de Paz, Enfoques Transversales, Seguimiento y Evaluación de Proyectos, y demás herramientas de una larga lista. Pero de todas, sin duda, la más valiosa fue el espacio para la reflexión crítica sobre mi carrera profesional y respecto a donde quería encausarla. Los trabajos escritos y especialmente el trabajo de fin de máster (TFM) donde aprendí tanto como en una consultoría de campo. Todo esto me ayudo a combinar la académica con la experiencia práctica acumulada en justicia restaurativa.

Por supuesto, como en cualquier institución, y en la vida misma, siempre hay problemas y aspectos por mejorar. Sin embargo, yo prefiero verlo así: los contratiempos académicos o administrativos son inevitables, y aprender a gestionarlos es tan formativo como la malla curricular. Todavía más cierto si trabajas o planeas hacerlo en cooperación internacional donde enfrentar adversidades es el tuétano. Entonces, lo que marca la diferencia no es el problema sino la capacidad de agencia, orientación a resultados y una dosis de sana autocrítica.

“Lo más destacable para mí es comprobar que una buena universidad, además de escalar en rankings y publicaciones –que es necesario y deseable–, también debe inspirar a sus estudiantes a comprometerse a impulsar cambios concretos, humanitarios y sostenibles”.

Lo más destacable para mí es comprobar que una buena universidad, además de escalar en rankings y publicaciones –que es necesario y deseable–, también debe inspirar a sus estudiantes a comprometerse a impulsar cambios concretos, humanitarios y sostenibles.

P: ¿Por qué centraste tu TFM en la “Justicia restaurativa y cooperación internacional al desarrollo: un análisis de la pertinencia y coherencia de los programas en Colombia (2003–2023)? ¿Qué destacas especialmente de tu trabajo?

R: Desde 2017, trabajo como consultor en justicia restaurativa, y he visto cómo la cooperación internacional al desarrollo ha tenido un papel crucial —a veces poco visibilizado— en impulsar estos programas en Latinoamérica, especialmente en Colombia. Por eso quise aportar un poco a esa visibilización mediante mi TFM.

Encontré que Naciones Unidas ha sido el socio internacional más relevante en mi país y que la cooperación internacional favoreció la alineación de los programas restaurativos a los marcos normativos internacionales y nacionales en construcción de paz. Estoy convencido de que la cooperación no es una herramienta burocrática; sino, muchas veces, la columna vertebral de la implementación efectiva de la justicia restaurativa.

El día de la defensa oral del TFM obtuve una calificación de 9.8 y la postulación a Mención de Matrícula de Honor. Esa mañana no podía estar más alegre. Pero más allá del mérito académico, lo más valioso fue constatar que había aprendido a convertir esa experiencia y conocimiento en un análisis crítico sobre los programas restaurativos en Colombia. Y esto no hubiese sido posible sin la supervisión rigurosa y la paciencia de mi directora de TFM, la PhD María Luz Moyano Buitrago.

P: Has pasado de la teoría a la acción: describe cómo ha sido el proceso de creación de tu empresa, Dialoga 360, una consultora dedicada a la cooperación internacional al desarrollo. ¿En qué momento se encuentra tu proyecto y dónde quieres llegar en un futuro no muy lejano?

R: Dialoga 360 comenzó su gestación en el máster, que me brindó el andamiaje metodológico y la claridad estratégica para transformar mis ideas en un proyecto viable. Desde el inicio tuve claro que no quería solo una consultora, sino un centro de innovación dedicado a investigar, implementar y evaluar iniciativas de cultura de paz, con énfasis en el Enfoque basado en derechos (EDBH) y la justicia restaurativa basada en evidencia. El proceso es un ejercicio de gestión de proyectos en sí mismo. Diagnosticar necesidades, diseñar objetivos SMART, analizar stakeholder, convertir la teoría en metodologías aplicables, y demás.

“Mi consultora Dialoga 360 se gestó en el Máster en Cooperación Internacional al Desarrollo: Dirección y Gestión de Proyectos de UNIR, que me brindó el andamiaje metodológico y la claridad estratégica para transformar mis ideas en un proyecto viable”.

Hoy nos encontramos en una fase de posicionamiento estratégico, estableciendo alianzas con Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), instituciones públicas y actores internacionales. En el futuro futuro, quiero que Dialoga 360 sea un actor relevante de la cooperación internacional en América Latina y el Caribe diseñando modelos de construcción de paz basados en la evidencia.

Pero no busco crecer por crecer, sino crecer con propósito. Dialoga 360 no pretende imponer una verdad, sino integrar saberes desde la transdisciplinariedad, empoderar a las comunidades, buscar resultados sostenibles y, sobre todo, aprender continuamente. Para mí, la justicia restaurativa no es un lujo ni una moda académica; es una necesidad social y política que también puede liderarse desde el sur global.

“Para mí, la justicia restaurativa no es un lujo ni una moda académica; es una necesidad social y política que también puede liderarse desde el sur global”.

P: ¿Cuáles son tus claves en la gestión de la cooperación internacional al desarrollo?

R: La cooperación internacional es mucho más que transferir recursos o capacidad técnica: además es construir relaciones de confianza que trasciendan los plazos de un proyecto. Mis claves son tres:

  1. Enfoque basado en evidencia: sin diagnósticos, monitoreo y evaluaciones rigurosas, se corre el riesgo de convertirse en actos de buena voluntad sin impacto real, sostenibilidad y aprendizaje continuo.
  1. Pertinencia cultural: un programa no puede aterrizar como una receta importada; debe saber dialogar con las realidades y saberes locales.
  1. Fortalecimiento de la sociedad civil: es un hecho que las OSC y líderes comunitarios y colectivos son más que beneficiarios. Ahora necesitamos vincular activamente al sector privado para que ese resultado sea sostenible. De lo contrario, enviamos inadvertidamente el mensaje que la desigualdad es un problema que solo las personas afectadas deben resolver.

En la gestión de la CID, desde mi criterio, el éxito per se no está en el número de proyectos aprobados y cifras exitosas, sino en la capacidad de generar transformaciones sostenibles que sobrevivan a la financiación. Creo que la reciente situación con USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, ilustra el punto y es un llamado a la reflexión.

P: Según tu opinión, ¿cómo debe ser la necesaria acción transformadora? ¿En qué consiste para ti el compromiso social, especialmente si hablamos de Colombia?

R: Entiendo la acción transformadora como una suma de procesos —con frecuencia menos lineales y veloces de lo deseado— que buscan cambios estructurales en un ecosistema inequitativo. A mi modo de ver, ésta se fundamenta en tres aspectos: poner en el centro a la persona, pensamiento sistémico y en el compromiso social.

Este último se aplica en la práctica con tres verbos: reunirse, dialogar y cooperar. Nadie puede hacerlo todo solo, sino dialogamos jamás colaboraremos y sin colaboración difícilmente lograremos cambios estructurales en un mundo complejo e interconectado. Estudiando esta maestría me percaté de que tanto la cooperación internacional al desarrollo como la justicia restaurativa incorporan esos tres ingredientes: poner en el centro a la persona, pensamiento sistémico y el compromiso social

Hoy, frente a los desafíos que nos encaran en Colombia—la polarización política, el recrudecimiento del conflicto armado y una persistente desigualdad— una de las formas en que puede aplicarse el compromiso social es no quedarnos en la denuncia. Podemos pasar a la acción. Y no necesariamente emprendiendo con grandes proyectos, sino desde lo cotidiano, arriesgándonos a dialogar con aquel que piensa diferente, y más pensamiento crítico al servicio del bien común.

En definitiva, necesitamos creer que la paz no es un eslogan, sino una práctica de la vida cotidiana, imperfecta y valiente. Nuestros abuelos y abuelas tenían razón al decir “la paz se hace con el enemigo”.

P: Desde tu punto de vista, cómo se construye la paz y se pueden crear espacios en la sociedad en los que no haya violencia. ¿Hablamos de una utopía?, pues el hombre es violento desde el inicio de los tiempos. ¿Qué estás aplicando de lo aprendido en UNIR en este cometido tan ambicioso como necesario?

R: Es cierto, desde que éramos cazadores-recolectores hasta convertirnos en soberanos del planeta hemos ejercido violencia y crueldad. Pero también hemos mostrado una sorprendente capacidad de cooperación, generosidad y aprendizaje. No somos ángeles ni demonios: somos criaturas imperfectas. La justicia restaurativa basada en la evidencia acepta esa imperfección y propone cuidarnos, repararnos y cooperar a pesar de ella.

Según Yuval Noah Harari, nuestra ventaja adaptativa más poderosa ha sido la cooperación. Johan Galtung nos impulsa a construir juntos una paz positiva y no solo ausencia de agresión. Tenemos lo necesario para dialogar, cooperar, y cuando dañamos, reparar y aprender. Podemos construir espacios de paz que reduzcan las múltiples formas de violencia, pero erradicarla de una vez y para siempre es utópico. A la fecha, la humanidad ha tenido más éxito en explicarla y reducirla que en eliminarla absolutamente. Hoy sabemos que la agresión es una conducta compleja con múltiples influencias. Aun así, como señaló Steven Pinker en su libro los ‘Ángeles que llevamos dentro’, todas las formas de violencia son menos frecuentes en años recientes que en épocas pasadas.

“De UNIR me llevo una robusta caja de herrmientas ad hoc para hacer de mi convicción una práctica. Tuve la oportunidad de conocer profesores con una experiencia sobre el terreno invaluable. Compañeros y compañeras con tanta diversidad de edades, etnias, género, nacionalidades, culturas, creencias y habilidades. De todo eso uno se nutre y crece profesionalmente más allá de un título y una calificación”.

De UNIR me llevo una robusta caja de herramientas ad hoc para hacer de esta convicción una práctica. Por ejemplo, el conocimiento necesario para que Dialoga 360 conecte con actores internacionales, se alinee con la Agenda 2030 y los ODS, y luego poder innovar en la construcción de paz. Por ejemplo, en la implementación interseccional del enfoque basado en derechos y el enfoque restaurativo, realizar evaluaciones a programas restaurativos apoyados por la CID, entre otras actividades.

Adicional a estas herramientas del saber y el saber hacer, estoy agradecido por las adquiridas en el saber ser. Tuve la oportunidad de conocer profesores con una experiencia sobre el terreno invaluable. Compañeros y compañeras con tanta diversidad de edades, etnias, género, nacionalidades, culturas, creencias y habilidades. De toda esta diversidad uno se nutre y crece profesionalmente más allá de un título y una calificación.

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