El Foro UNIR reunió a especialistas en psicología y pedagogía para analizar las consecuencias de la sobreexposición digital. El evento abordó los signos de alarma, los efectos en el desarrollo cognitivo y las estrategias para un uso saludable de la tecnología.

Un 50% de los españoles consulta el móvil cada cinco minutos. Este dato, compartido por la directora clínica de la Asociación ‘Dale una vuelta’ Cristina Ferrer durante el Foro UNIR, ilustra el nivel de dependencia digital que se ha instalado en la vida cotidiana. La sobreexposición a dispositivos tecnológicos está modificando hábitos, relaciones y estados emocionales.
El evento reunió a Ferrer junto a Rubén Martín, cofundador de la Clínica Garnet en Gijón, y Ernesto Tarragón, académico de UNIR experto en enfermedades neurodegenerativas, para reflexionar sobre los efectos de la hiperconectividad. Los expertos abordaron temas como el aislamiento social, la ansiedad, el insomnio y la pérdida de concentración, especialmente en niños y adolescentes.
“La adicción digital piratea los mecanismos motivacionales del cerebro, alterando la percepción de lo que es adaptativo”, explicó Tarragón. Durante el encuentro, se explicó a detalle el funcionamiento cerebral para intervenir eficazmente.
Cinco claves del Foro UNIR
- La despersonalización digital: “Los adolescentes ya no se reconocen por su nombre, sino por su usuario en redes sociales”, señaló Rubén Martín. Esta pérdida de identidad real genera desconexión emocional y aislamiento.
- El síndrome del multitasking: El uso constante de pantallas reduce la capacidad de concentración. “Los niños necesitan estímulos audiovisuales constantes, lo que afecta su desarrollo cognitivo”, advirtió Ferrer.
- La dopamina y el refuerzo: “La dopamina no genera placer, sino relevancia. Las pantallas están diseñadas para ser constantemente importantes”, explicó Tarragón Cross. Este mecanismo refuerza el uso compulsivo.
- El papel de las familias: “No se trata de prohibir, sino de educar. Los padres deben ofrecer alternativas y acompañar a sus hijos en el uso de la tecnología”, indicó Martín.
- La falsa conexión: “Estamos hiperconectados, pero emocionalmente aislados. Las relaciones digitales no sustituyen el vínculo cara a cara”, afirmó Ferrer.
Una realidad que no distingue edades
La adicción a las pantallas no es exclusiva de los jóvenes. Ferrer subrayó que muchos adultos también presentan signos de dependencia digital. “Es importante revisar el tiempo de uso y el tipo de contenido que consumimos. A veces creemos que usamos el móvil menos de lo que realmente lo hacemos”, comentó.
Martín añadió que en su clínica reciben cada vez más casos de adolescentes con síntomas de despersonalización. “Conocen a sus amigos por sus nombres de usuario, no por sus nombres reales. Esto genera una desconexión con la realidad”, explicó.
Por su parte, Tarragón insistió en que el cerebro no distingue entre una adicción a sustancias y una adicción comportamental. “El sistema dopaminérgico se activa igual, y eso puede derivar en trastornos como ansiedad, depresión o trastornos alimentarios”, señaló.
El reto de padres y docentes
Uno de los temas más debatidos fue el papel de los padres en la enseñanza digital. La directora clínica destacó que muchos progenitores no han vivido esta realidad tecnológica y, por tanto, no saben cómo educar en ella. “Es fundamental hablar, dialogar y establecer límites claros. No se trata de imponer, sino de acompañar”, dijo.
Desde el aula, los docentes también tienen un rol clave. “Hay que aplicar filtros, limitar el tiempo de uso y fomentar el diálogo con las familias”, recomendó Ferrer. Además, subrayó la importancia de conocer los gustos de los alumnos para poder intervenir desde el vínculo.
Martín insistió en que el aburrimiento es necesario. “Los niños deben aprender a aburrirse para desarrollar creatividad. Si todo el tiempo están estimulados por pantallas, pierden esa capacidad”, afirmó.
El contenido importa
Tarragón alertó sobre el diseño de los contenidos digitales. “No es la pantalla en sí, sino el tipo de contenido y su presentación. Los algoritmos están diseñados para captar atención, no para educar”, explicó.
Ferrer añadió que las redes sociales influyen en la autoestima y en la percepción de la realidad. “Los jóvenes se comparan con vidas idealizadas que ven en redes, lo que genera frustración y baja autoestima”, comentó.
Formación continua
El Foro UNIR cerró con una reflexión sobre el futuro. “No podemos prohibir lo que no conocemos. Debemos educar y formar sobre lo que viene”, afirmó Rubén Martín. La tecnología está aquí para quedarse, y el reto es aprender a convivir con ella de forma saludable.
Tarragón coincidió: “O aprendemos a vivir con esto o se nos va a comer. La clave está en entender cómo funciona el cerebro y cómo se produce la pérdida de control”.
La formación se presenta como una herramienta esencial. UNIR ofrece programas como el Máster en Neurobiología y Conductas Adictivas, que permite comprender los fundamentos cerebrales de las adicciones.







