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La educación en Colombia: un reto para los docentes

La experta Dyanne Ruiz-Castañeda ofrece una mirada a la actualidad de los entornos educativos en Colombia, centrándose en algunos puntos clave que debemos tener en cuenta para su mejora continua, haciendo especial énfasis en los retos que afrontan los educadores en su día a día.

Cuando pensamos en lo que implica educar, nos enfocamos muchas veces en transmitir conocimientos y habilidades a los más pequeños, para que puedan prepararse para afrontar el mundo de una manera independiente y socialmente adaptada. Sin embargo, esta labor se hace mucho más compleja, cuando el contexto en que se desenvuelven tanto los alumnos como los docentes está marcado por la violencia, la desigualdad social y la falta de recursos económicos.

El entorno educativo en Colombia: una radiografía en cifras

Según el Informe Anual del Sistema de Información Unificado de Convivencia Escolar (SIUCE) de 2023, las cifras de agresión escolar, acoso escolar (bullying) y ciberacoso (ciberbullying) que constituyen las situaciones tipo II, y situaciones de agresión escolar que implican presuntos delitos contra la libertad, integridad y formación sexual que constituyen las situaciones tipo III, en los últimos tres años se han incrementado de manera notable.

Las situaciones tipo II pasaron de 19 casos en 2020 a 4.113 en 2023, y las situaciones tipo III, de las cuales se contabilizaron seis casos en 2020, en 2023 aumentaron a 2.067 casos. Si bien es cierto que en los últimos tres años se ha hecho un mayor trabajo desde la Secretaría de Educación para la implementación del sistema SIUCE y su ampliación en diferentes territorios, lo que puede ocasionar en parte que estas cifras hayan aumentado tan vertiginosamente, los casos de situaciones de conflicto y violencia escolar siguen siendo alarmante.

Maestría Oficial en Prevención y Mediación de Conflictos en Entornos Educativos

De acuerdo con el tipo de agresión, el SIUCE reporta que la agresión física tuvo el mayor número de casos (4.732), y dentro de las categorías de violencia ,el daño de tipo psicológico fue el más reportado (6.061 casos). Uno de los aspectos más llamativos de este informe, es que es el colegio o lugar de estudio, es donde ocurren el mayor número de casos (5.716).

 

Por otra parte, de acuerdo con el boletín de Hostigamiento Escolar de 2023 presentado por el Observatorio de Convivencia Escolar (OBCE), en Bogotá el reporte de casos de abuso y violencia en los colegios pasó de 9.873 casos en 2019 a 20.506 casos en 2022, y más concretamente, los casos de hostigamiento escolar pasaron de 868 en el año 2019 a 2.242 casos en 2022.

Recordemos que según la Oficina para la Convivencia Escolar (OCE) el hostigamiento escolar incluye conductas como la agresión, intimidación, humillación, coacción, amenaza o cualquier tipo de maltrato psicológico, verbal, físico o a través de dispositivos electrónicos.

Como se puede observar, no estamos ante un hecho aislado o una situación de crisis puntual, es una tendencia marcada en los más jóvenes a resolver sus conflictos a través de la violencia, a afrontar las crisis y el sufrimiento a través de mecanismos poco empáticos y prosociales que causan gran malestar en su salud física y psicoemocional, y en el entorno educativo.

La violencia intergeneracional: una mirada psicosocial

Pero ¿cómo educamos en la prosocialidad y para la resolución pacífica de los conflictos cuando la violencia es la norma y no la excepción? Después de más de medio siglo en guerra, muchos de los modelos de comportamiento aprendidos por la población parten de la premisa de que la violencia es un modelo válido para resolver los problemas y conflictos que se les presentan y, por tanto, se reproduce de generación en generación.

La familia es el primer ambiente en el que el menor se desarrolla, será allí donde aprenderá las bases para relacionarse con lo demás, imitará los comportamientos, valores y creencias que observe. De acuerdo con la forma en que los padres (abuelos o cuidadores primarios a cargo del menor) establezcan los límites y normas, y el afecto o sensibilidad con que respondan a las necesidades emocionales de los menores, podrán convertirse en un factor de protección o de riesgo para su salud mental y para su correcto proceso de socialización.

En muchos hogares colombianos, estas pautas de crianza o estilos educativos parentales se han caracterizado por ser autoritarios y castigadores, incluso recurren a prácticas de violencia física y psicológica. Según las cifras del Ministerio de Defensa, en Colombia la violencia intrafamiliar aumentó de 14.955 casos en 2023 a 22.044 en los primeros meses de 2024. En Bogotá, según los datos proporcionados por la Dijín de la Policía, entre enero y marzo de 2024 hubo un aumento del 51% de casos (11.785) de violencia intrafamiliar, en comparación con ese mismo periodo del 2023 (5.877 casos), siendo las mujeres y los menores las principales víctimas.

La evidencia científica deja claro que las consecuencias de una crianza basada en el castigo, con altas tasas de conflicto intrafamiliar, deprivación afectiva, pobre o excesiva supervisión por parte de los padres, y en donde estos presenten escasas competencias emocionales, generará en los menores desórdenes emocionales (como la depresión, ansiedad y quejas somáticas) y síntomas externalizantes (como altos niveles de ira, hostilidad, comportamientos agresivos y coerción) que pueden incluso desembocar en trastornos negativistas/desafiantes, disociales y el suicidio (Andrade, et al., 2012; Gómez, 2022; Gómez-Tabares, 2019; Moreno, et al., 2022).

Asimismo, se ha encontrado que aquellas personas que fueron castigadas físicamente por sus padres, y que fueron testigos de cómo su padre o padrastro golpeaban a su madre, se convirtieron en factores predictivos del uso del castigo físico contra sus propios hijos (Camargo, 2018). Por tanto, los menores aprenden a comportarse experimentando cómo son tratados por los demás (sus padres o adultos de referencia) y observando cómo estos se tratan entre sí.

La transmisión y normalización de la violencia y el trauma a través de las generaciones requiere una mirada multifactorial, en donde mecanismos biológicos, psicoemocionales, sociales y culturales, sean analizados para entender cómo el dolor, el sufrimiento, las estrategias de afrontamiento y de resistencia, se han ido transmitiendo en el contexto colombiano. Tal como indican Aranguren y Rengifo (2021) la idea de daño intergeneracional debería pensarse desde una “perspectiva relacional y situada que permita entrever los diferentes modos de transmisión y los diversos modos de vínculos entre generaciones”.

¿Qué pasa en los entornos rurales?

Los contextos educativos en la ruralidad presentan claras desventajas en comparación con las instituciones educativas urbanas. Hay una importante falta de recursos TIC[1] en medio de una era cada vez más digitalizada, la falta de formación del profesorado, las largas distancias que tienen que recorrer los menores para llegar a sus centros educativos, y en muchos lugares encontrarse en medio del conflicto armado, ha puesto en gran desventaja a esta población.

En zonas como el Caquetá, las escuelas fueron usadas como lugares de entrenamiento y operaciones militares, y como refugios para grupos al margen de la ley que causaron una mayor deserción escolar por parte de los menores, muchos de ellos incluso tuvieron que huir de sus hogares (Moreno-Mosquera, et al., 2022).

Las zonas donde el conflicto armado ha sido más intenso tuvieron como consecuencia que los niños, niñas, adolescentes, profesores y demás personal de las instituciones educativas, fuesen víctimas de secuestro, violencia física, psicológica y sexual, y observadores de la constante vulneración de los derechos humanos en sus propias familias y vecinos (Galvis, 2021). Desafortunadamente no es un hecho histórico, es una realidad que aún sigue presentándose en estas zonas.

En los entornos más vulnerables, el garantizar la buena gestión de los recursos y el fomento de una educación asequible y de calidad, debería ser un objetivo gubernamental indispensable, no opcional. Se requiere fomentar entornos educativos más inclusivos y diversos, que permitan generar un trabajo comunitario más sólido con la población y figura campesina, reconociendo las necesidades y particularidades de cada cultura y contexto.

Transformación del conflicto desde el enfoque restaurativo

Como hemos visto, cada vez hay un mayor número de casos de violencia y más crónicos en los contextos educativos, lo que genera ambientes altamente estresantes para los profesionales de este sector. Pero ¿quién prepara a los educadores para hacer frente a estas situaciones violentas? Los altos niveles de estrés y burnout en los maestros colombianos, ha generado una gran alarma. El burnout implica el agotamiento emocional, la despersonalización (grado de frialdad y distanciamiento en su relación con los demás) y la disminución de la realización personal y la autoeficacia laboral. Algunos estudios (Villarreal-Fernández, 2023) reportan niveles entre moderados y altos de burnout en el 70% de docentes, encontrándose niveles de agotamiento emocional en un 80% de los profesores y un 70% reportan sentir falta de realización y autoeficacia.

Poco a poco se ha ido tomando consciencia desde las instituciones gubernamentales sobre lo que implica para el personal del sistema educativo las altas tasas de problemas en salud mental. Por ejemplo, en la página “Colombia aprende” [2] se encuentra el apartado de Recursos para la salud mental de profesores, en donde aparecen una serie de herramientas orientadas por el Ministerio de Educación Nacional con el fin de favorecer la salud mental de la comunidad educativa. Es indispensable fomentar en los docentes las habilidades de gestión emocional y las estrategias de afrontamiento que les permitan partir del autocuidado, para así hacer frente a las diversas situaciones que se les presentan en el día a día.

Los docentes se convierten en modelos y figuras de seguridad para sus alumnos, por tanto, el manejo que hagan de las situaciones de conflicto y violencia que se les presentan marcaran en gran parte las pautas que seguirán los menores. Por esta razón, manejar enfoques como la mediación y la justicia escolar restaurativa (JER) por parte de los docentes, permitirá la transformación del conflicto en positivo, donde el objetivo sea disminuir la intensidad y frecuencia de los conflictos, entendiendo que no es realista la desaparición total de violencia en un entorno social tan complejo. Sin embargo, el generar procesos de reconciliación y restauración, permitirá convertir los entornos escolares en espacios de paz y de desarrollo de nuevas competencias de interacción entre los menores, fomentando además la resiliencia y el respeto entre iguales.

Así mismo, es fundamental fortalecer la alianza entre familia y escuela, donde las rutas de comunicación y gestión de los conflictos escolares se vean fortalecidas por el trabajo conjunto y el apoyo a las familias. En este sentido, el Ministerio de Educación Nacional emitió recientemente el Decreto 459, en el cual se busca la creación y fomento de nuevos espacios en los que las familias puedan participar más activamente en el proceso educativo de sus hijos. Por otra parte, pueden ser espacios donde se también se forme a los padres, madres y cuidadores, en la gestión emocional y la parentalidad positiva.

Desde la Maestría Oficial en Prevención y Mediación de Conflictos en Entornos Educativos, buscamos que los profesionales conozcan y se formen en el uso de estas metodologías y herramientas, empoderándose y convirtiéndose en agentes positivos de cambio en sus entornos educativos.

Además, se trata de una maestría oficial, convalidable por el MINEDUC, que te permitirá ascender en el escalafón docente y acceder al doctorado.

Referencias:

Andrade, J. (2012). Factores de riesgo biopsicosocial que influyen en el desarrollo del trastorno disocial en adolescentes colombianos. Revista Internacional de Psicología, 12, 1, pg. 1-26.

Boletín Hostigamiento Escolar (2023). El hostigamiento escolar en las instituciones educativas de Bogotá. Observatorio de Convivencia Escolar. www.educacionbogota.edu.co/portal_institucional/sites/default/files/2023-07/Boletin%20Hostigamiento%20Escolar.pdf

Camargo, E. (2018). Intergenerational transmission of child abuse in Colombia: an

analysis of gendered effects. Revista Española de Investigación Criminológica, 8, 16, pg. 1 al 29. https://doi.org/10.46381/reic.v16i0.161

Galvis, I. (2021). Incidencia del conflicto armado en la educación rural en Colombia. Conocimiento Semilla, 6, pg. 60–78. https://doi.org/10.24142/cose.n6a5

Gómez, I. (2022). Reseña Parentalidad positiva. Apuntes de Psicología, 40, 3, pg. 163-170.

Gómez-Tabares, A. (2019). Prosocialidad. Estado actual de la investigación en Colombia. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 10(1), pp. 188-218 https://doi.org/10.21501/22161201.3065

Informe Anual Sistema de Información Unificado de Convivencia Escolar SIUCE (2023). Ministerio de Educación Nacional. https://www.mineducacion.gov.co/1780/articles-404764_recurso_12.pdf

Moreno-Méndez, J., Arteaga-Quiñones, D. y Martínez-Quintero, L. (2022). Sinopsis sobre el desarrollo socioafectivo en la adultez joven. Retos para la investigación en el contexto colombiano. Revista Enfoques, pg. 118-142

Moreno-Mosquera, L., Díaz-Bello, I., Pacheco-Barbas, J. y Guerra-García, J. (2022). Educación por la paz y el impacto del conflicto armado en instituciones educativas de Colombia. Revista Electrónica de Ciencias de la Educación, Humanidades, Artes y Bellas Artes, 5, 1, pg. 261-273. https://dx.doi.org/10.35381/e.k.v5i1.1793

Rodriguez, P. (25 de abril de 2024). El lugar más peligroso para los bogotanos es su propio hogar: grave aumento de violencia intrafamiliar. Artículo infobae

https://www.infobae.com/colombia/2024/04/25/el-lugar-mas-peligroso-para-los-bogotanos-es-su-propio-hogar-grave-aumento-de-violencia-intrafamiliar/

Villarreal-Fernández, J. E. (2023). El Estrés y Burnout percibidos en docentes colombianos en el regreso a la presencialidad en las aulas. Un estudio exploratorio. Revista de Psicología y Educación, 18(1), 71-81. https://doi.org/10.23923/rpye2023.01.236

Sanchez, J. (28 de marzo de 2024). Aunque homicidio y hurto disminuyeron, aumentaron la extorsión y la violencia intrafamiliar: así está la seguridad en Colombia. Artículo infobae

https://www.infobae.com/colombia/2024/03/28/aunque-homicidio-y-hurto-disminuyeron-aumentaron-la-extorsion-y-la-violencia-intrafamiliar-asi-esta-la-seguridad-en-colombia/

[1] TIC: Tecnologías de la Información y la Comunicación

[2] Página “Colombia aprende” https://www.colombiaaprende.edu.co/recurso-coleccion/recursos-para-la-salud-mental-de-profesores

(*) Dyanne Ruiz-Castañeda es doctora en Psicología, Área Clínica y Salud. Directora académica de la Maestría Oficial en Prevención y Mediación de Conflictos en Entornos Educativos en la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR). Adscrita al Centro de Investigación para el Bienestar y la Inclusión Social (CiBis) de la Universidad de Almería. Con experiencia destacada en evaluación e intervención psicológica en problemas de conducta en población infantojuvenil, y en el estudio de los aspectos transdiagnóstico a nivel psicológico en las enfermedades crónicas.

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