Con la musicoterapia se estimulan cambios positivos en el estado de ánimo y bienestar de una persona; por eso puede aplicarse en diferentes edades y patologías.
La música provoca diferentes emociones; puede ayudar a procesar una amplia variedad de estados de ánimo que van de la alegría al entusiasmo, pasando por la tristeza, la melancolía o la tranquilidad, en función del tipo de música, quien la escucha y el contexto. En base a esto nació la musicoterapia —y sus diferentes tipologías— como una terapia para mejorar la salud mental y el bienestar de las personas a través de las posibilidades que aporta la música combinada con otras técnicas.
Si bien el uso de música como terapia data de la Antigua Grecia, su uso terapéutico tuvo un auge después del fin de la Segunda Guerra Mundial gracias a figuras como el compositor suizo Emile Jacques Dalcroze (1865-1950) y el psicólogo estadounidense Everett Thayer Gaston (1901-1970).
Ambos incursionaron en el uso de la música como herramienta terapéutica e impulsaron que se convirtiese en un tipo de terapia y que, desde 1940, universidades de los Estados Unidos empezaran a ofrecer programas de terapia musical en sus aulas.
¿Qué estudia la musicoterapia?
Según la Federación Mundial de Musicoterapia la musicoterapia se refiere al uso profesional de la música en entornos médicos, académicos y cotidianos en personas, grupos o familias que “buscan optimizar su calidad de vida y mejorar su salud física, social, comunicativa, emocional, salud y bienestar intelectual y espiritual”.
En otras palabras, la musicoterapia usa las conexiones y respuestas que una persona establece con la música para mejorar su bienestar y producir cambios positivos en su estado de ánimo.
La terapia musical —alternativa a otros tipos de terapia como la cognitivo-conductual—, incluye procesos como improvisar y crear música con instrumentos, cantar, bailar o simplemente oír. A través de estos se pueden obtener algunos de los numerosos beneficios que la musicoterapia aporta entre los que se incluyen la mejora de la autoconfianza, la comunicación, la capacidad de concentración y la atención.
Aplicaciones de la musicoterapia
La música produce efectos beneficiosos —desde la etapa prenatal de una persona hasta que alcanza su adultez— en ámbitos como el desarrollo social, la educación y la medicina. Además, es una forma de expresión y de integración, tanto a nivel social como familiar, y permite mejorar la calidad de vida de las personas.
Algunas de sus principales aplicaciones según la edad o el tipo de enfermedad son:
Musicoterapia infantil
La musicoterapia en edades tempranas tiene un impacto beneficioso en las funciones cognitivas y motoras y mejora las habilidades sociales, competencias comunicativas y auditivas de los niños. A través de esta terapia, los menores utilizan sus sentidos favoreciendo su desarrollo y, además, permite:
- Expresar sentimientos y pensamientos.
- La interacción social.
- Mejora la concentración y coordinación.
- Fomenta la creatividad.
- Desarrolla la autoestima.
- Impulsa las relaciones familiares y académicas.
Musicoterapia para adultos
La musicoterapia en adultos mayores es una de las intervenciones terapéuticas más exitosas ya que regulan su estado anímico y emocional.
Así, a nivel físico, la musicoterapia fomenta la expresión corporal; ejercita la coordinación de los movimientos y es una forma más de realizar ejercicio y estar activo.
A nivel social incentiva las relaciones sociales y su sentido de pertenencia. Desde el punto de vista cognitivo potencia la evocación de recuerdos y, en personas con deterioro cognitivo o demencia, estimula la memoria.
Musicoterapia para tratar la ansiedad
La terapia musical puede reducir la ansiedad en personas que padecen este tipo de trastorno o que deben enfrentarse a situaciones estresantes, como un cáncer, una operación grave o acaban de perder a un familiar.
La música puede disminuir el estrés al propiciar que disminuya la presión sanguínea y el ritmo cardíaco y favorecer que hormonas del estrés —como la adrenalina y el cortisol— también se reduzcan.
Musicoterapia para tratar la depresión
En los casos de depresión la combinación de la terapia musical junto a otros tratamientos psicológicos y farmacológicos puede mejorar los síntomas de la depresión frente a otros que solo recibieron la terapia estándar.
Oír música libera dopamina, la hormona de la felicidad, y endorfinas, hormonas que inducen a un buen estado de ánimo y alivian el dolor.
Musicoterapia y autismo
Los menores con trastorno del espectro autista (TEA) suelen presentar una fuerte conexión con la música y los sonidos. Una de las características de este trastorno es su fuerte interés por una actividad; la música suele ser una de estas.
Para las personas que padecen autismo, la música mejora la comunicación con sus familias, la forma en que muestran sus sentimientos y cómo controlan sus crisis, ayudándoles a enfrentar situaciones incómodas, como esperar en lugares públicos o realizar actividades que no pueden predecir
En estos casos, la musicoterapia se plantea, más allá de sesiones de intervención, como un elemento para usar en las actividades cotidianas y en las relaciones sociales..
Musicoterapia para dormir
Para dormir la música puede ser también una ayuda fundamental ya que favorece la reducción de la presión sanguínea, la actividad del sistema nervioso simpático y la frecuencia cardíaca y respiratoria.
Los ritmos ideales para relajarse y dormir son los que presentan de 60 a 80 pulsaciones por minuto; es decir, la misma frecuencia que tienen los latidos del corazón.
Por eso, se aconseja oír música de frecuencias bajas y constantes que ayuden a relajarse, como la música instrumental. También se ha comprobado que para aquellos que sufren de insomnio, la respuesta sensorial meridiana autónoma —ASMR por sus siglas en inglés— basada en las reacciones que tiene el cerebro al oír sonidos como unas uñas acariciando un objeto o un susurro, provocan un efecto agradable y relajante.
Principales tipos de musicoterapia: ¿qué métodos existen?
Hay que tener en cuenta que no toda actividad musical es terapéutica. Para que lo sea, la música tiene que estar integrada en un proceso musicoterapeutico.
En este sentido, las técnicas de musicoterapia se aplican atendiendo a una clasificación general que divide estos métodos en
Activos o creativos
Los métodos activos implican una acción realizada por el paciente reflejada en actividades como: improvisar, tocar un instrumento, componer, cantar y bailar; bien sea solo o con otros.
Por ejemplo, dentro de la improvisación, que es una de las técnicas más utilizados dentro de los métodos activos, se destacan técnicas como:
Método de improvisación musical de Schmoltz
Esta metodología aplica dos técnicas diferentes; por una parte el musicoterapeuta da un ritmo y los pacientes, siguiendo el ritmo marcado, van añadiendo su propio ritmo; o bien es el propio paciente quien lleva toda la iniciativa.
Método Nordoff-Robbins
Desarrollado por el pianista y compositor estadounidense Paul Nordoff y el maestro de educación especial inglés Clive Robbins en 1959 en Londres. Es el método más conocido de la psicología humanista aplicado principalmente a niños con autismo, esquizofrenia, problemas de aprendizaje o discapacidades auditivas y visuales.
En este método es fundamental la improvisación y conexión entre el paciente y el musicoterapeuta quien propone actividades en base a las propuestas de un tipo de canción u otro según las necesidades del paciente. Ambos deben improvisar conjuntamente o por turnos y luego las sesiones grabadas se estudian y verifican los avances.
Método de Juliette Alvin
Se compone de varias fases, desde la familiarización con los instrumentos musicales, pasando por la creación de una relación paciente-terapeuta sólida para finalizar, en la última fase, con sesiones donde se busca que el paciente se relacione con otros pacientes de su grupo.
Diálogo musical de Orff-Schulwerk
Se basa en el intercambio de secuencias musicales improvisadas entre pacientes o el musicoterapeuta y sus pacientes. Durante el diálogo se pueden expresar sentimientos como odio, ira, amor, y producirse preguntas y respuestas, afirmaciones, negaciones, etc.
Musicoterapia analítica
Desarrollado por la violinista Mary Priestley a principios de los años 70 está basado en el psicoanálisis. Es un modelo verbal y musical donde terapeuta y paciente interactúan por medio de palabras y música, con el propósito de explorar la vida interna del paciente y facilitar su desarrollo mediante la elección de un tema para representarlo a través de una improvisación musical.
Su finalidad es sacar a la luz los problemas emocionales que hacen que el individuo esté en un estado de ansiedad, depresión, etc.
Modelo Riordon-Bruscia
Combina el baile y la improvisación para ayudar a las personas discapacitadas a desarrollar su creatividad y mejorar su expresión. Se basa en teorías de tratamiento de carácter vivencial y alterna la improvisación y discusión a lo largo de las sesiones.
Métodos pasivos o receptivos
Los métodos pasivos o receptivos implican una acción interna no visible como puede ser escuchar música. Este estímulo facilita respuestas terapéuticas inmediatas o un proceso terapéutico que provoque cambios a mediano o largo plazo.
Está fundamentalmente indicada para pacientes que, si bien no pueden participar de una actividad musical activamente, si pueden obtener beneficios de la música.
Algunos de los principales métodos pasivos son:
Técnica Guided Imagery and Music (GIM)
Esta terapia fue desarrollada por la musicoterapeuta americana Helen Bonny. En ella el paciente, en un entorno relajado, escucha piezas de música clásica para que esta le evoque imágenes, situaciones o emociones, tanto de su día a día como del subconsciente.
Además, a través de técnicas como el dibujo o la poesía expresa todo lo que la música le inspire y consigue un mayor conocimiento de sí mismo. Es recomendable para pacientes con ansiedad, depresión, cáncer y drogodependencia.
Principio de ISO (identidad sonora)
Creado por Rolando Benenzon, esta técnica aglutina actividades sonoras, acústicas y de movimiento que pertenecen a una persona y lo caracterizan. Este se subdivide en:
- ISO universal. Sonidos característicos de los seres humanos sin importar su cultura y ámbito social, por ejemplo los latidos del corazón.
- ISO gestáltico. Hace referencia a las vivencias intrauterinas producidas a medida que el embrión evoluciona (sonidos intrauterinos o del exterior, la voz de la madre, etc.).
- ISO grupal. El que se establece dentro del grupo de trabajo terapéutico.
- ISO cultural. Depende de la cultura de cada uno y está relacionado con el folklore (canciones de cuna, música tradicional, etc.).
- ISO complementario. Recoge los cambios que se dan cada día o en cada sesión de musicoterapia por causa de las circunstancias ambientales y de las dinámicas realizadas.
Ejercer la musicoterapia en Colombia
La musicoterapia no es una técnica que deba ser exclusivamente desempeñada por una persona con formación musical.
Al ser la música la vía para introducir y producir cambios en el individuo, este arte puede ser aplicado por especialistas de otras áreas de conocimiento donde tiene diversas aplicaciones como la psicología, educación, medicina, pedagogía, trabajo social, entre otros.
Sin embargo es necesaria una formación específica como la que aporta una Maestría en Musicoterapia con la que poder aplicar las funciones terapéuticas de la música a la mejora del bienestar de las personas.
A través de esta maestría virtual de UNIR Colombia que incorpora a la metodología teórica —donde aprender las principales técnicas y métodos para desarrollar y aplicar proyectos de musicoterapia dentro de las áreas de la salud, deporte y de la educación— se incluye vertiente práctica con la que llevar a cabo prácticas mentorizadas en diversos centros.
La musicoterapia puede ser una herramienta efectiva para reducir los síntomas de diferentes enfermedades y ofrecer a las personas formas accesibles de expresarse y afrontar sus experiencias y, en este camino, la figura del musicoterapeuta es esencial para aprovechar todas las oportunidades que la musicoterapia aporta.