La educación es una característica íntima de todo ser humano y un rasgo esencial de las sociedades. Los educadores y docentes han sido desde siempre fundamentales porque cambian vidas, inspiran a sus estudiantes e invitan a superar los límites particulares de cada persona.
El origen de la educación se remonta al propio inicio del ser humano. Cuando las comunidades primitivas comienzan poco a poco a establecerse en una región particular a la que terminan llamando “hogar”, y la caza y la recolección se convierten en las principales fuentes de acceso a los alimentos, se inicia al mismo tiempo la transmisión del saber entre los integrantes de esas incipientes sociedades. Un proceso natural, casi inevitable, y de naturaleza tan humana que, curiosamente, se produce de manera simultánea en varios países del Antiguo Oriente y la Antigua Grecia.
La docencia es una de las profesiones más antiguas y nobles. Los docentes afrontan hoy la difícil tarea de nutrir, enseñar y cuidar de sus estudiantes para que terminen de ser parte de la sociedad que está por venir y que ellos, de hecho, contribuirán a evolucionar.
Hacemos por ello un alto en el camino para reflexionar sobre algunas de las razones por las que los maestros son tan importantes en cualquier sociedad, y para ofrecer nuevos motivos por los que continuar adelante a aquellos docentes que hoy puedan dudar sobre su labor.
Cuidan la autoestima de los estudiantes
Da igual la edad que tengan los estudiantes. Los buenos maestros estimulan el intelecto de los niños y adolescentes, les ayudan a equilibrar su autoestima y les ofrecen una mirada comprensiva acerca de su propia realidad.
Para esta tarea, la evolución que se ha vivido en los últimos años en investigaciones como la educación personalizada, el estudio de las emociones o los procesos del cerebro durante el aprendizaje han sido clave para mejorar la experiencia educativa.
En casi cualquier aula existe una amplia diversidad, como estudiantes que afrontan diversas dificultades en su aprendizaje o en los entornos en los que viven y se relacionan. Es fundamental saber manejar posibles frustraciones y faltas de motivaciones. Los maestros, a través de sus comentarios, pueden ayudar a desarrollar el carácter y a aumentar la motivación de sus estudiantes.
Transmiten la pasión por el aprendizaje
Los docentes son expertos en encontrar esa motivación oculta en los estudiantes, o incluso en construirla desde el principio. Dicho incentivo no se empleará tan solo para exámenes o trabajos académicos, sino para las propias relaciones de los niños y los adolescentes con el mundo que les rodea. La curiosidad, por ejemplo, es un fuerte motivador para conectarte con el entorno, para establecer metas claras y asumibles, y para potenciar la confianza en ellos mismos y en las personas.
En este sentido, no debemos olvidar que la labor de un docente es maximizar la experiencia de aprendizaje en cualquier enseñanza. Se acabaron las clases aburridas o imposibles de entender: los docentes tenemos a nuestro alcance multitud de metodologías innovadoras, un sinfín de herramientas pensadas para cada materia y sistemas de evaluación ágiles. Se trata de llevar a nuestros estudiantes un poquito más allá, alimentar su espíritu crítico y animarlos a descubrir sus pasiones.
Exploran la creatividad
Animar a un estudiante a ser creativo es expandir sus posibilidades. Los docentes deben proporcionar las herramientas para este proceso en sus estudiantes, sin quitarles la opción de cometer errores. La innovación nace del ensayo y del error, y esto es algo que se debe trasladar a las aulas.
Cuando se fomenta la creatividad, en un entorno en el que el estudiante puede aprender a través del juego, transformamos el aula en un lugar interesante, en un escenario de aventuras en el que no hay miedos ni límites y que invita constantemente a hacer y a pensar cosas nuevas.
Conectan generaciones y culturas
¿Alguna vez has pensado que la labor del docente consiste, en parte, en generar conexiones entre generaciones y culturas? La capacidad comunicativa de un maestro es fundamental. En sus manos está comprender y conectar con las generaciones que están por venir. También la importante labor de dar voz a las diferentes culturas y experiencias vitales de sus estudiantes. De naturalizar esa riqueza surgirá la inclusión.
Si de algo puede presumir un buen docente es de tener una mirada despierta y abierta, porque en el aprendizaje no existen clases ni etiquetas. Tienen también la oportunidad de ser espectador directo de la paulatina transformación de la sociedad.
Son modelos a seguir
Todos hemos tenido un maestro inspirador, alguien que en el momento adecuado supo confiar en nosotros o que con sus lecciones dejó una huella importante en nuestra existencia.
Esto es también una gran responsabilidad, porque los estudiantes absorben como esponjas lo que un docente dice, pero también, sobre todo, lo que hace. Aquel maestro que demuestre mediante acciones pasión genuina por el conocimiento que transmite, siempre que sea posible, conseguirá una repercusión profunda y duradera en el futuro de los cientos de estudiantes que puedan observarlo a diario.
Obtienen recompensas intangibles
Los docentes son una piedra angular de la sociedad. Hay una recompensa intangible para aquellos que deciden dedicarse a la docencia: las pequeñas retribuciones diarias. Pequeñas alegrías que provienen directamente de enseñar a niños y a adolescentes, momentos divertidos, preguntas perspicaces o apasionantes historias que incluyen en sus trabajos. Nada puede superar ese momento en el que un estudiante entiende un concepto, por difícil que sea, cuando su cabeza por fin comprende y todos celebran a una su logro.
Ser docente es una tarea muy intensa, en ocasiones complicada, pero los recuerdos y experiencias que obtendrás son tesoros que te acompañarán siempre.