Formadora de formadores en Latinoamérica, experta en la alfabetización de niños y niñas, hizo una maestría en UNIR, donde está ahora trabajando, para especializarse en la enseñanza de la lectura y la escritura en los primeros grados de aprendizaje.
No sabía muy bien que hacer. Estaba, como todo el mundo por aquel entonces, literalmente encerrada en casa. Sentía que no era ella, pero estar cruzada de brazos no era una opción y decidió aprovechar el tiempo, sacar partido de la pandemia y hacerla productiva. Y dicho y hecho, se puso a estudiar de nuevo para ahondar en su vocación: enseñar a los que enseñan a los más pequeños para cambiar vidas y ayudar a transformar su país, Colombia.
Gina Catalina Loaiza Mancipe es de ese tipo de personas que siempre consigue lo que se propone, aunque la vida no se lo ponga a menudo fácil. Y lo logra a base de esfuerzo, tenacidad y pasión. Esos son sus poderes: “Vengo de una familia humilde en la que yo fui la primera graduada de todas las generaciones de mis tías y primos, la primera de toda una historia familiar en romper la rueda”, comenta emocionada.
Para mí, la educación es una forma de ser y de estar. Es lo que ha cambiado mi vida y la de mi familia.
Terminó la universidad y consiguió una beca de la Fundación Carolina para hacer su especialización en España, antes de volver a Colombia y quedar atrapada por la pandemia. “Yo no vine a España a barrer o a limpiar, sino a hacer mi primera maestría; después hice la segunda con UNIR mientras trabajaba en el Banco Interamericano de Desarrollo. Para mí, la educación es una forma de ser y de estar. Es lo que ha cambiado mi vida y la de mi familia, porque desde que acabé la carrera he podido acceder a mejores trabajos y mis posibilidades son otras. Podemos vivir mejor, viajo y conozco bien el territorio y otros lugares”, afirma.
Por qué UNIR
Gina salió del confinamiento con una maestría que le ha permitido especializarse e ir más allá en una dedicación en la que ya venía trabajando en los últimos años: la alfabetización inicial de niños y niñas. “Conocí UNIR a través de una publicidad que me saltó en el ordenador y me puse a investigar. Fue entonces cuando descubrí el Máster Universitario en Didáctica de la Lengua en Infantil y Primaria y decidí estudiarlo para especializarme en la enseñanza de la lectura y la escritura en los primeros grados de aprendizaje”, explica.
Como les pasa a muchos, eligió UNIR por su metodología y su flexibilidad a la hora de estudiar, pero sobre todo porque era mucho más accesible en todos los sentidos que otras universidades colombianas. “Es un lugar que te permite aprender sin tropiezos. UNIR está ahí siempre dispuesta a que entres en el ciclo, a que te especialices, a que sigas aprendiendo y, si es necesario, como fue mi caso, con una beca. Lo que más me gustó de UNIR fue su estructura de aprendizaje, sencilla, intuitiva, simple, con unos materiales de primera; también tener contacto con el profesor si lo necesitas para resolver dudas. Cuenta con unos docentes con mucha experiencia”.
UNIR es un lugar que te permite aprender sin tropiezos. Está ahí siempre dispuesta a que entres en el ciclo, a que te especialices, a que sigas aprendiendo y, si es necesario, como fue mi caso, con una beca. Lo que más me gustó fue su estructura de aprendizaje, sencilla, intuitiva, simple, con unos materiales de primera; también tener contacto con el profesor si lo necesitas para resolver dudas.
Para ella también fue un plus la figura del mentor: “Te acompaña de verdad y te llama habitualmente, porque muchas personas desertan de la educación al sentirse solas, al ver que no hay una interacción”.
Trabajaba y estudiaba desde casa. “Podía conectarme, estar en clase y trabajar también. Luego, después de finalizar mi trabajo, tenía el compromiso de ir avanzando en el TFM. Soy súper disciplinada y hasta que no me leía un artículo y hacía el resumen, no me levantaba de mi sitio. El éxito de un programa virtual es la capacidad que te da para poder organizar tu tiempo, y en UNIR todo es muy claro y predecible desde el inicio”.
Tras hacer su maestría en UNIR, trabaja en la universidad ayudando en Didáctica de la Lengua como correctora de los entregables de los estudiantes.
El éxito de un programa virtual es la capacidad que te da para poder organizar tu tiempo, y en UNIR todo es muy claro y predecible desde el inicio.
Ana Irene o el virus de la educación
A Gina la educación le cambió la vida, y también Ana Irene, una profesora “súper amorosa” de primer grado que fue la persona que le enseñó a leer y a escribir. “Siempre tuvo unas expectativas muy altas sobre mí y fue quien me metió dentro el bichito de la educación, de querer contagiar a otros con el conocimiento”.
Ha recorrido su país y también Brasil y Panamá extendiendo el virus de la pasión por la educación entre otros maestros. “Desde 2022 colabora en el programa del BID “Aprendamos todos a leer” elaborando materiales y participando en la formación de maestros en cuestiones que tienen que ver con la lectura y la escritura”. Este es su punto fuerte, pero también crear recursos didácticos y formar a otros maestros para que cambien sus prácticas en el aula.
Conoce bien los grandes desafíos que tiene su país y los de otros Estados de Latinoamérica, y nombra entre los principales retos el poder garantizar que los niños lean y escriban en una edad adecuada, para lo que es necesario redoblar la formación sobre estos temas a los docentes de educación inicial. “En América Latina tenemos unas brechas enormes en el acceso a la educación, un derecho que supone un primer ejercicio de ciudadanía, que fomenta el espíritu crítico y que nos permitiría mejorar muchas situaciones complicadas en la región, tanto desde el punto de vista económico como social”, subraya.
Motor de cambio para Colombia
La educación es el principal motor del cambio para transformar una región que tiene un potencial de futuro enorme, si bien los retos que se están acometiendo son de gran envergadura: “Más del 50% de los niños en el tercer grado de las escuelas públicas de Colombia no leen ni escriben con eficiencia. Es una cuestión también de acceso y de calidad de la educación, y se necesita una política y un currículum claros para la enseñanza de la lectura y la escritura de los menores. Faltan bibliotecas en muchas escuelas del país y muchos niños salen de sus escuelas matriculados, pero sin aprendizaje. Hemos reducido la brecha de acceso a la educación, pero necesitamos mejorar la calidad y lograr que tengan trayectorias educativas completas que les permitan tener otras expectativas en la vida para que nos ayuden a exorcizar la violencia que sufre el país”, enfatiza.
Más del 50% de los niños en el tercer grado de las escuelas públicas de Colombia no leen ni escriben con eficiencia. Es una cuestión también de acceso y de calidad de la educación, y se necesita una política y un currículum claros para la enseñanza de la lectura y la escritura de los menores.
Como formadora de formadores, Gina trabaja en extender una metodología de enseñanza de la lectura basada en la evidencia científica. “Hoy sabemos mucho más sobre cómo funciona el cerebro, cómo aprende a leer, cuáles son las habilidades que un maestro debe desarrollar, independiente del método que utilice, para tener lectores y escritores eficientes”, dice.
Hemos reducido la brecha de acceso a la educación, pero necesitamos mejorar la calidad y lograr que los niños y niñas tengan trayectorias educativas completas que les permitan tener otras expectativas en la vida para que nos ayuden a exorcizar la violencia que sufre el país.
Cinco habilidades para hacer lectores eficientes
Esta experta señala cinco habilidades fundamentales en relación con la lectura que bajo cualquier propuesta lúdica o didáctica un maestro debería desarrollar en los niños para tener un lector eficiente: la conciencia fonológica, el principio alfabético, la fluidez, el vocabulario y la comprensión. “En la escritura, que es una habilidad mucho más compleja, los niños necesitan un acompañamiento muy activo del maestro para que dominen las múltiples tareas que hay que desplegar a la hora de escribir”.
Gina destaca que los profesores tienen la gran responsabilidad de poder garantizar que esos niños se sostengan en el sistema educativo. “Si los niños aprenden a leer, a escribir, a producir o a pensar, vamos a tener niños que se mantengan en el sistema educativo y, por ende, niños que puedan tener expectativas de ingresar a la universidad, de tener un mejor empleo y una mejor relación y convivencia con sus pares”.
Según esta profesora entregada a su profesión, “tenemos que sentar unas buenas bases de aprendizaje, porque la educación de los más pequeños es una gran responsabilidad que cambia vidas. En Colombia partimos ya de unas desigualdades de entrada, al tener muchas familias con poca formación educativa y poco tiempo que dedicar a sus hijos, con trabajos que no permiten acompañarlos y que llegan a un sistema educativo que no es capaz de suplir esa brecha. Y el niño sigue en el sistema educativo avanzando, acumulando malos desempeños, frustración y ansiedad porque no es capaz de responder a las tareas que la escuela le pone”.
Se trata de un problema fundamental porque, como destaca, “son niños que pronto van a salir del sistema educativo o que van a pasar camuflándose por todo el sistema sin aprendizaje. Al final, eso va a tener unas consecuencias no solo personales, sino también sociales y económicas para nuestra sociedad”.
Es muy importante que descubramos que en la educación hay una forma de vida válida con la que podemos superar todos los males sociales que tenemos en Colombia.
Por eso es vital, como señala, que el maestro logre contagiar a los niños ese deseo de aprender, de querer explorar el mundo, de acercarse a los libros, a la lectura y la escritura de las diferentes áreas del conocimiento. “Es muy importante que descubramos que en la educación hay una forma de vida válida con la que podemos superar todos los males sociales que tenemos en Colombia”, concluye mientras piensa ya en los próximos retos que tiene por delante.